jose maria

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lunes, 16 de mayo de 2016

ACENTO...(TILDE INCLUIDO)

Ponga atención, ponga el acento en lo que considere será la llave de su talento, escaparate de joyas, capacidades y baratijas. Acento es montaña, llanura y cavernas, aguda la idea, llana la mente, esdrújula la bruja blanca, la que entre canteras de oro esculpe al dios de las letras para que parezca el sarmiento de la sabiduría escrita.
Vidas átonas, esas que no escriben acentos, que igual les da lo que digan, lo que escuchen lo que ocurra, porque todo es lineal en las letras, que ya vendrá la sorpresa, el llanto, el dolor o la alegría, vestida de musaraña, para repartir acentos y dejar la fiesta en nada, como la sala de espera del hospital de la cuesta.
Acentos, colores de las letras que ya pintar no os quieren, como gotitas de lluvia que señalan la canción de lo que contamos ser. Acentos rojos, azules, grises en la llanura, blancos los invisibles que no acentúan aunque tono tienen, tonadillera es la voz que marca el son, sin perder el buen humor aunque el acento la vida ponga en la desgracia sufrida, en las venturas por venir. Esas imaginarias, luminarias de esperanza que sonrisas posan en el campo de semillas, que un día serán acento de nuevo vivir para el niño.
Muerte no lleva acento, vida no lleva acento, ni bueno, ni malo, ni loco, ni gordo ni flaco. Se quedaron esperando en la llanura sin marca, pudiendo pasar de puntillas, o tener presencia exacta, entre valles esperando la agudeza del firmamento, la esdrújula picardía del hombre, siempre desembocando en la llanura.
Acento tampoco tiene por méritos el amor como concepto, ni la palabra que llora que le pongan ese golpe, ese que hace resuene el desfiladero del miedo, abriendo ríos de acentos por las aguas del vivir. Oigan señores lectores, que pocos acentos encuentro en este corrillo de letras, que van buscando la tilde como la silla del que se fue a Sevilla.
Pasión, ese acento que no olvida ni el moribundo que escribe su última voluntad, pasiones que de paso roban el acento a la pasión. Ilusión, dale y dale con la aguda contundencia de quien conduce un camión, al final la carretera desdibuja el horizonte para dormir la canción que nana parece entre luces estrelladas bajo la luna menguante.
Acentúen sus sueños, aprendan a acentuar, dándole golpes de teclas al piano de su corazón. Miren por la ventana del tiempo, entre gigantes y cabezudos, alcantarillas de luz, praderas de oscuridad. Y si escribir con acentos, supone reescribir la vida, No duden en coger la pluma, recordar la llanura, la cima y el valle, escudriñar en su brújula, para pintar monigotes que a escribir nos enseñarán. Esos que todos tenemos, esos de trapo y espuma de olas de un día tan lejano cómo cercano, que la mano conducirá hacia destinos de libertad. Palabra aguda para el uso de los gobernantes, llana para los esclavos de un mundo feliz, esdrújula sin soniquete para quienes saben hacer el torniquete a la sangría de nuestra imaginación.
Y acabo esta retahíla mirando desde el balcón, tan breve como florido de rosales y buganvillas, marco para un bello cuadro, sin más acento que el tiento, ese de sonreír, al sentir la playa moverse, como las huellas descalzas. Para tomar el café cada mañana mirando los ojos del porvenir.
JMFP

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