jose maria

jose maria

lunes, 16 de mayo de 2016

INMUNIDAD

Inmunidad, ese chaleco que blinda al ladrón de guante blanco luciendo matrícula de diplomático. Inmunidad la del pecho materno que protege al infante al salir al mundo seco sin más conocimiento que el miedo a dejar de ser uno para ser otro. Es inmune el psicópata a la lágrima, al amor que nunca besó los labios del abandono.
Inmunes los oídos a las palabras de metal, balas de papel que atraviesan la sien sin orificio de entra y salida, como peine de un cabello que reposa en el camerino del artista abucheado.
Inmunidad busca la polio, sarampión y varicela, súplica el sida entre tumbas la inmunidad que nunca llega. Inmune es el amor a los mazazos del tiempo, acorchando las paredes cómo blanca locura de una sola ventana.
Inmune se hace la mirada ante los ojos que brillan, adivina adivinanza, miente la verdad en danza, llueven las lágrimas que no duelen.
Inmune el mundo al dolor, a los cuervos que roban el alma, desnudando de aventura al diablo que gime en solitario. Inmunidad, bella y deseada platea del teatro de la vida, entre diputados y reyes, duques y ladronzuelos, hurtan la cabeza al yunque que solo espera el martillo.
Inmunidad, desconocida debilidad, concha protectora que asesina a la tan airada sensibilidad.
Inmune a la muerte, la sangre brota en la boca, se desliza la última gota, pues la sangre es río de vida, inmune al miedo que a ratos descalifica la grandeza de los hombres, divinizados en esa eternidad llamada inmunidad. Inmunizada quedo la escultura de la más bella dama soñada, ríe su boca marmolea, ajena a la música que la fuente no seca.
No es inmune el amor a la tentación de amar, quizás algún día, la tan buscada vacuna, cure a los mortales del tan temido capricho que es construir amor, esa peste que transforma al cuerdo en loco, aletea entre la vida y la muerte libre del miedo, de la piedad, esa que afila guadañas, esa que espera paciente, sabedora de la única verdad. Murió el sabio de blanco, el antígeno voló, el anticuerpo lloró porque el amor liberó por la única ventana abierta, la llamada libertad.
Y por ella, el amor huyó para esconderse en el bosque, ese que está y no está, entre siglos de besos secretos que seguirán contagiando al mundo, muriendo y naciendo, como manda la lección.
JMFP

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